jueves, abril 29, 2004

Torturado y sin ningún delito en su contra, Julio César Tafolla continúa preso en Atlacholoaya

XOXOCOTLA, MOR. Marías Magdalena Soriano Jiménez, madre del detenido, da su testimonio de cómo vio a su hijo Julio Gerardo: “lo golpearon muy feo. Orinaba sangre, le estuve llevando coachalalate, árnica y otras hierbas en té cada ocho días para que se compusiera y se aliviara un poco […] Es verdad, están los comprobantes de los certificados médicos, lo examinaron y dice que le agachaban la cabeza y le pegaban aquí (refiere señalando el cuello) y le paralizaban todo el cuerpo […] cuando lo encontramos ya lo habían golpeado los de la Judicial y ese señor Montiel (López) fue el que lo golpeó personalmente. Tenía su pierna golpeada, safada, le dieron de patadas, de golpes en el estómago. Lo querían violar, mi hijo no me lo decía por la vergüenza, porque le decían los judiciales esos: ‘me gustas para mi mujer’”, pero intervino directamente una juez y lo sacó de los separos, refiere La maestra Mayo y le gana el llanto:
“Si lo hubieras visto cómo estaba, cómo yo vi a mi hijo Gerardo también cuando lo agarraron en Tetecala y cómo no había pruebas en su contra. Todo fue inventado. Me lo golpearon en Puente de Ixtla, me lo dieron bien mal, le falla su columna, a raíz de la golpiza; ahora tiene alterados algunos discos y camina mal, está mal”.
Cuenta que se agravó también ella del corazón, pues la situación moral de la familia fue dañada al grado de que la noticia de las detenciones ilegales de sus hijos afectaron a su esposo, el profesor Tafolla, quien falleció en agosto pasado.
La maestra Mayo, con ocho hijos, todos casados, vive sola en su casa de la comunidad indígena.
Refiere que su esposo, antes de morir, se enteró de la detención arbitraria de Julio César, gracias a voceadores “gritones” que perifonearon la “noticia” y lo relacionaban ya con una banda de robacoches, lo cual empeoró su precario estado de salud; la decadencia de la misma, también se dio por las llamadas constantes de -sospechan- agentes de la Policía Judicial a su casa de Xoxocotla, para preguntar si vendían un coche. Incluso un anónimo puso un anuncio en el aviso clasificado de un diario local, en el que se ofrecía supuestamente la venta de un automóvil y se daba el teléfono de la familia.
También han llamado a su casa para amenazar: “dígale a Tafolla que retire las acusaciones o no sale”.
Poco a poco, Soriano Jiménez ha ido conociendo la vida en Atlacholoaya en donde su hijo Julio César, mentor de profesión, imparte ya clases de náhuatl, “hasta un gringo ahí ya aprendió”. Cuenta que se ha ganado la confianza de algunos internos, paisanos de Xoxocotla.
Un recluso le confió que cuando el juez le preguntó dónde había aprendido a fumar y vender marihuana, dice que le respondió: “pues aquí, aquí me enseñaron”. Gracias a la confianza que le han depositado algunos internos, le han advertido que se cuide, pues “me pueden sembrar droga”.

Carta de Marco Antonio Tafolla

“Compañeros poetas:

Mi nombre es Marco Antonio Tafolla Soriano y a nombre de mi familia me dirijo por este medio para pedir su apoyo y lograr la libertad de mi hermano Julio César Tafolla Soriano, quien fue detenido injustamente y con lujo de violencia, acusado de delincuencia organizada por parte de la Policía Ministerial del estado de Morelos. Los hechos son los siguientes:
“El pasado miércoles 25 de junio del año 2003 le avisaron que aproximadamente a las 20 horas, su cuñado Hipólito Iván Tobón Morante había sido detenido en Civac por la Policía Ministerial al mando de Agustín Montiel López, sin haber mediado alguna orden de aprehensión, citatorio, orden de presentación, etc, y conducido esposado a los separos de dicha corporación, acusado de que el vehículo que conducía era robado.
“Por tal motivo, mi hermano Julio César Tafolla Soriano acompañado de otro de sus cuñados y su suegro se trasladaron a la Procuraduría del estado para presentar los documentos que acreditan la posesión legal de dicho vehículo, recibiendo un mal trato de parte de las autoridades de la Policía Ministerial. Al insistir en dónde se encontraba Hipólito Iván, éste los escuchó y silbó para llamar la atención de sus familiares, por lo que mi hermano lo ubicó tirado, golpeado, esposado y con la cabeza cubierta con un trapo en el fondo de la caja de una camioneta de la policía, misma que en ese momento después de empujarlos arrancó saliendo de las instalaciones de la Procuraduría rumbo a Buena Vista, regresando como a las cuatro cuadras para detener a mi hermano Julio César Tafolla al que golpearon y esposaron, manifestándole que ‘por mirón y por metiche también te va a tocar’. Los golpearon y torturaron durante el trayecto a la casa en la unidad habitacional de Flores Magón donde vivían antes de ser remitidos al Cereso de Atlacholoaya. En esa unidad habitacional fueron torturados durante aproximadamente una hora y media en la casa de Guerrero Betancourt, mientras los policías se robaban todo lo de valor. Procedieron a trasladarse a la casa de Hipólito Iván para hacer lo mismo y con el pretexto de buscar las armas que según la policía, ellos escondían.
“Al darse cuenta de que los vecinos salían a ver qué pasaba y que mi cuñada exigía una orden de cateo, el policía que se quedó de guardia en la puerta del departamento les gritó ‘vámonos ya, es orden del comandante Montiel’ que se encontraba en un vehículo en el estacionamiento de dicha unidad habitacional.
“Como a las 23 horas de ese día, (Julio César y Tobón Morante) fueron internados a los separos de la Policía Ministerial donde fueron torturados con el objeto de que se declararan culpables de lo que se les imputaba. Motivo por el que ese mismo día promovimos un amparo que por riguroso turno le tocó conocer al juez tercero de distrito del estado de Morelos, que concedió la suspensión del acto reclamado, mismo que fue asentado con el número 741/2003-III. Por lo que por dos ocasiones se envió al actuario a notificar dicha suspensión sin que la Policía Ministerial hiciera caso y detuviera la tortura, hasta que se presentó la titular de ese Tribunal Federal a detener la tortura y a ponerlos a disposición de la tercera agencia del Ministerio Público de delincuencia organizada, a quién responsabilizó de su seguridad. Sin embargo, el actuario adscrito, quien había sido rechazado hasta por dos ocasiones por los torturadores, dio fe de las lesiones que presentaban para esa hora.
“Por esa misma razón presentamos una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos para que cesará la tortura y la incomunicación. Al ver que no se hacía caso, procedimos a iniciar una averiguación previa ante la Agencia del Ministerio Público Federal con número A.P. 596/2003-4 que por el delito de tortura cometido en agravio de los detenidos, se radicó en contra del coordinador general de la Policía Ministerial, turnándose al cuarto agente del Ministerio Público de la Federación en el estado de Morelos.
“A pesar de probar la inocencia de mi hermano y de que en el proceso legal se decretó libertad por los delitos que se le imputaban como consta en el auto de libertad de fecha 3 de Julio de 2003. El juez tercero de lo penal con residencia en el Cereso de Atlacholoaya, le otorgó un delito por el que no había sido detenido, manifestándole que no podía dejarlo libre porque podía perder el empleo y que estaba haciendo un favor al coordinador de la Policía Ministerial. Por lo que se le decretó auto de formal prisión por un delito que no está tipificado como grave, quedando asentado en el mismo auto, alcanzando el beneficio de la libertad bajo de fianza, misma que le fue negada. Por otro lado, es un delito que requiere una querella, ya que no se persigue de oficio. Y a pesar de que la parte acusadora retiró la demanda en contra de mi hermano y ha manifestado no conocerlo, no se le ha otorgado su libertad. Por otro lado, se ha buscado mediante la intimidación, vía la Policía Ministerial, seudo abogados y supuestos amigos, obstaculizar la defensa y se busca que se retire la demanda que por tortura fue radicada en contra del coordinador de la corporación. Y se ha llegado a amenazar a mi hermano, diciéndole que no va a salir y que hagamos lo que hagamos su sentencia será de 19 años, un día.
“Podría hacer una larga lista de anomalías en el proceso, pero no me alcanzaría el espacio. Por lo que por ahora, sólo expongo un resumen de los hechos en los que queda evidenciado que tal parece que el peor delito que pudo haber cometido mi hermano, es ser testigo de la brutalidad que la Policía Ministerial usa para cumplir con su deber de garantizar la seguridad pública, y además; atisbar cómo se construyen los delitos y los delincuentes en el estado. Y al parecer, el peor delito que cometimos nosotros, fue exigir el respeto a los derechos humanos y usar los instrumentos legales que el estado de derecho nos otorga para hacer valer nuestros derechos.
“Por lo que estamos pidiendo su apoyo para lograr que mi hermano Julio César Tafolla Soriano alcance la libertad a que tiene derecho. Ya que al revisar el proceso junto con los abogados del Departamento Jurídico de la Conadepi en el estado de Morelos. La Comisión Estatal de Derechos Humanos y hasta los defensores de oficio dicen que se le va otorgar la libertad, ya que no tiene delito que perseguir, ni elementos que justifiquen su permanencia en el Cereso de Atlacholoaya. Por lo que nos da la certeza de que se trata de un castigo por no acceder a la petición de retirar dicha demanda por el delito de tortura en contra de la Policía Ministerial, y de un acto de impunidad por parte de la autoridad”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ESO SE MERECE, TU SABES QUE A MI ME DEBES DINERO. TODO SE PAGA EN ESTA VIDA Y OJALA QUE CON LOS 15 MIL PESOS QUE ME ROBASTE TE HAGAS MILLONARIO. ERES UN POCO HOMBRE JULIO CESAR.

Oscar dijo...

Una persona que se esconde en el anonimate carece de validez en su comentario, ten valor, yo conozco a la familia y se que es incapaz de hacer eso.

Que Dios te bendiga.

Oscar Puente Gonzalez

maricela dijo...

Son calumnias, y es verdad no te escondas detras del anonimato, conocemos a la familia y sus valores y su conducta son intachables...

maricela marizcal solorzano