He reconocido mi cultura, por lo que me defino como un indígena contemporáneo, dice Marco Antonio Tafolla:
XOXOCOTLA, MOR. ¿Alguna vez nos hemos preguntado cuál es la música indígena?, Marco Antonio Tafolla se hizo este cuestionamiento hace mucho tiempo. Se hartó de que cuando se habla de «lo indígena», la referencia sean los aztecas antes del siglo XVI, como la imagen más digna. El decidió auto reconocerse como indígena, pero como un indígena en pleno siglo XXI, un indígena que no vive en el pasado, pero que no se avergüenza de lo que es.
La herramienta que Tafolla ha decidido utilizar para expresarse es la música, concretamente la canción, una canción que define como «indígena contemporánea». Marco Tafolla nació en la comunidad de Xoxocotla, ubicada en el municipio de Puente de Ixtla. Ahí, como lo marca la tradición, fue enterrado su ombligo, ahí ha echado sus raíces y todo ello busca compartirlo a través de su trabajo creativo, sobre el cual platicó con La Jornada Morelos.
-Háblanos del concepto de la canción indígena contemporánea.
-Yo nací en la comunidad, ahí está enterrado mi ombligo y desde que me acuerdo hay un orgullo por ser indígena. Aunque antes no se reconocía que en Morelos había comunidades indígenas, nosotros sabíamos que teníamos una raíz. Yo decía, si los indígenas son aquellos que están en el pasado, entonces ¿qué somos nosotros?, alguien me dijo que éramos mestizos y podría ser, porque a lo mejor ya no vestimos como antes, porque ahora ya hablamos español y lo hablamos diferente. Pero lo cierto es que no somos mestizos y por una sola razón que es la que permea toda mi vida: nuestro ser indígena tiene un centro en el que se mantiene nuestro pensamiento, nuestra cosmovisión, un punto desde donde vemos al mundo y concebimos la vida y de ahí emergemos hacia todos lados. Eso es lo más importante, el indígena no se define solamente por el vestido, por la lengua o por lo que come, más bien esas son manifestaciones de ese pensamiento alrededor del cual gira todo. En el INI (Instituto Nacional Indigenista) definen a los indígenas como elementos inconexos, pero nosotros pensamos que tenemos un mundo que es parte de un centro y a partir de ello nos definimos. Los indígenas somos ahorita, en este momento los que no hemos perdido esa visión, aunque hayamos estudiado, aunque utilicemos la tecnología, los que aprendemos leyes para defendernos, tenemos la posibilidad y la capacidad de aprender todo lo que nos encontramos. Enfrentamos la modernidad, pero no perdemos este principio. A partir de eso decidí cómo retomar mi propia vida, como indígena de este tiempo, porque ni voy a regresar al pasado ni tengo por qué vivir aislado. Yo convivo y coexisto y tengo derecho a esa coexistencia. Por ahí comencé a definirme frente a mí mismo y frente a los demás. Pareciera que hay un gran interés por borrar todo lo que pudiera parecer indígena, porque pareciera que padecemos esta identidad. Yo no entiendo por qué el indígena no sabe ser indígena sin tener que negarse.
-¿Cómo trasladas estos conceptos a tu trabajo como compositor?
-Busco desarrollar desde el lenguaje, desde la gramática tradicional o de la forma tradicional de hacer canción, una propuesta contemporánea. Si yo tomo las formas, los ritmos y las estructuras tradicionales para hablar de lo que nos sucede ahora o sobre cómo vivo la vida en este momento, estoy hablando de una canción indígena porque parte de esta cosmovisión, pero es contemporánea porque se ubica en el contexto temporal actual.
-Cuando hablas de la forma tradicional de hacer canción ¿a qué te refieres?
-Hay elementos musicales como los microtonos, semitonos al momento de cantar, la forma de ejecutar los instrumentos y el idioma en el que se canta, a veces canto en lengua náhuatl y otras veces lo hago en español pero con estas estructuras tradicionales, también hay timbres característicos. Cuando en la escuela de música planteaban que teníamos que definir qué queríamos ser, yo opté por la composición, pero porque quería retomar esa parte de mis raíces musicales. Recuerdo que se hablaba mucho de etnomusicología europea y sus tradiciones tenían mucho valor, en cambio cuando hablamos de las cuestiones tradicionales mexicanas, los académicos critican los violines rasposos, por ejemplo. Pero yo tuve claro que esa parte rasposa era vida, y la quería hacer emerger. Planteo el concepto de la canción indígena contemporánea como esta coexistencia, la cultura del pueblo está llena de símbolos, de valores, de anti valores, pero la cultura popular es algo que llevamos en la raíz y que nos mantiene en una constante resistencia.
-En un contexto global, musicalmente hablando, ¿qué podríamos decir que la música tradicional indígena aporta al mundo?
-¡Uy!, de entrada, hace que se manifieste ese pensamiento distinto, como en todas las lenguas. En el momento en que una lengua muere, se muere una forma distinta de ver el mundo. La música tradicional aporta esa parte. Musicalmente hablando, si nos vamos al asunto de los timbres y sonidos, también plantea una forma distinta de escuchar. La música tradicional es un lenguaje más en la diversidad, responde también a necesidades emocionales. Definitivamente la mejor herramienta para expresar un pensamiento es la lengua propia y yo no creo que José Pablo Moncayo o Carlos Chávez hayan podido expresar un contexto netamente indígena, porque no manejaban este lenguaje. Si escuchamos el huapango y un son jarocho, nos damos cuenta de que no se parecen, tienen algunas similitudes pero el manejo del timbre es distinto, las formas de ejecución, los tiempos, los tonos y es que la música como todos los lenguajes siempre encierra una forma de pensar».
-¿Qué tan difícil fue para ti descubrir justamente estas características en la música tradicional indígena si cuando enseñan musicología lo hacen con base en la herencia europea?
-Creo que de alguna manera he sido etnomusicólogo sin saberlo, porque una ventaja que yo gozo es que yo aprendí a hablar dos lenguajes, como una persona que es bilingüe y por eso aprendes a ver las cosas de diferente forma. Sí hay que investigar, observar, convivir para saber qué significan las cosas, buscar sobre todo analogías. Esto sí me ha costado un buen rato, primero entender la música tradicional y posteriormente asumirla. No puedo negar que muchas veces llegué a la duda, sobre todo cuando todos me bombardean y me dicen que ya no soy lo que soy, o me dicen que ya superé esa etapa, como si ser indígena fuera un defecto, pero hablando de resistencia, queda en uno esa parte que te hace no soltarte de tu raíz.
-¿Cómo te asumes hoy en día?
-Soy un ser humano que tiene un punto de vista indígena definitivamente. Mi pensamiento parte del lugar donde sembraron mi ombligo. Para mí la vida es así.
-Entonces ¿de qué manera podremos lograr que las nuevas generaciones echen raíz?
-La clave para mí está en la historia. No puedes pensar que naciste de la nada, venimos de algún lado. Tenemos un proceso largo, una historia que te habla de si tu papá nació en tal lugar o tus abuelos y que todo eso tiene un soporte. Es entonces cuando empiezas a ubicarte, no puedes negar la historia, no podemos tratarla como un artículo obsoleto. Algo que puedo agradecer a la vida es haber contado, no sólo con mis abuelos, sino con mi bisabuela que me marcó para toda la vida, ella fue la que me sembró prácticamente. Ella no hablaba español y me decía en náhuatl: «tú eres como los arroyitos que brotan de la tierra y buscan un camino», uno guarda esos recuerdos.
jueves, octubre 21, 2004
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