sábado, mayo 22, 2004

Sobre el Lago de Tequesquitengo, el obispo encabeza procesión religiosa

La cita era a las 11 horas, sin embargo, al saber que el obispo Florencio Olvera Ochoa oficiaría la Misa mayor de la Fiesta de la Ascensión del Señor en Tequesquitengo, los pobladores llenaron la iglesia desde muy temprano. En dicha homilía, el jerarca de la Iglesia católica llevó a cabo confirmaciones y primeras comuniones, por lo cual, fue una misa singular.
Después de dos horas, las familias enteras se dirigieron hacia donde estaban sus lanchas para rápidamente adornarlas y así, participar como marca la tradición desde hace 61 años, en la procesión sobre el famoso Mar de Morelos.
Algunos del pueblo, que prefirieron pagar un boleto de 20 pesos, subieron al barco del Hotel Villa Béjar, donde iba el obispo y donde claro está, fue colocado un altar para la imagen del santísimo. Desde ahí se entonaron cantos y se rezaron rosarios y otras plegarias.
A diferencia de otros años, en esta ocasión, la procesión no fue tan impactante visualmente, debido a que mucha gente decidió abordar el barco mencionado y no participar con sus propias lanchas.
“El Jesús que nos salvó también anduvo en lagos”, dijo Olvera Ochoa antes de comenzar la lectura del Evangelio según San Lucas, momento que invitó a los feligreses a ponerse de rodillas ante el santísimo.
Durante más de dos horas, la embarcación, seguida de las lanchas adornadas, realizó un recorrido por todo el Lago de Tequesquitengo, dando la oportunidad además a los visitantes de conocer el rostro de su pueblo, de invitarlos a ser parte de las tradiciones y costumbres de esta tierra.
A gritos de “¡viva Cristo rey!”, desde las lanchas los fieles celebraban este rito sin importar el sol quemante que sobre ellos descargaba su energía.
Finalmente, la embarcación se detuvo en el muelle de donde partió, detrás de ella, fueron llegando las lanchas de las cuales, requemados pero satisfechos, bajaban los habitantes de esta población.
Mientras los invitados oficiales se organizaban en el restaurante Don Cata para apreciar una demostración de deportes acuáticos, el pueblo bailaba el tradicional brinco del chinelo detrás de su comparsa, misma que de ahí partió a recorrer las calles donde los tradicionales puestos de feria ponían un detalle más al ambiente festivo que durante cinco días dará color a este lugar que no sólo es sol, playa y recreación y que ahora invita a la gente a descubrir sus aspectos más profundos.

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