Quórum
El futuro gobernador…
Daniel Martínez Castellanos
Por el Partido Acción Nacional seguramente iría Marco Adame Castillo; por el de la Revolución Democrática, Fernando Martínez Cué, José Luis Urióstegui Salgado, Francisco Rodríguez Montero, o a lo mejor hasta Fidel De Médicis Hidalgo; y por el Revolucionario Institucional… Aquí es donde termina cualquier pronóstico inteligente sobre la contienda de la que seleccionaremos los morelenses (de una lista que no seleccionamos), a nuestro futuro gobernador.
En Acción Nacional la situación parece bastante resuelta, Marco Adame Castillo no tiene contendiente a la posición que quiera ocupar. Poco a poco el Senador se ha hecho dueño del partido cuyo grupo de interés controla desde hace mucho tiempo. La posición de Adame Castillo es realmente privilegiada. Ningún panista en su sano juicio le disputaría nada, sobre todo porque cualquiera de ellos ha aprendido cómo cobra el PAN de Morelos las afrentas contra las disposiciones del grupo de poder que domina la asignación de candidaturas. El problema es pensar en si Marco Adame tiene lo suficiente como para ganar una elección que, si bien de momento se nota bastante sencilla para los albiazules, podría complicarse en breve dada la intervención de por lo menos tres fenómenos, a saber: 1) el desgaste propio en el ejercicio de gobierno, sufrido por Acción Nacional en tres planos, federal, estatal y municipal; 2) el efecto de cascada que podría generar el factor Andrés Manuel López Obrador en votantes morelenses que no determinen el ejercicio de un voto diferenciado, esto probablemente cargara los sufragios antipriistas que en el 2000 favorecieron ampliamente a los candidatos de Acción Nacional; y 3) el equilibrio mostrado por el voto priista (por filiación, simpatía, desencanto con otras opciones o el factor que el lector decida) y que mantiene la preferencia por el tricolor en el margen de los 25 a 30 puntos porcentuales.
El Partido de la Revolución Democrática aún no ha logrado definir su candidatura y de hecho, hasta el momento no podría medirse con exactitud la inclinación de los perredistas por alguno de los aspirantes a la candidatura. Si bien la derrota del graquismo en la dirigencia estatal del partido fue lo bastante sonora como para reacomodar las fuerzas de los aspirantes (y meter a un honesto talibán –Fidel De Médicis- como un probable factor de enrarecimiento), los perredistas han mostrado ser sujetos cada vez más prácticos en la política y podrían entonces determinar la nominación de un aspirante no necesariamente identificado con el perredismo morelense, pero sí con su candidato a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador.
Así, los perredistas podrían beneficiar a Fernando Martínez Cué con la candidatura, o probablemente acudieran al rescate de un expulsado del partido, en este caso, Raúl Iragorri Montoya.
En donde hace falta claridad todavía es en el Partido Revolucionario Institucional. Si bien los aspirantes parecieran estar definidos; Juan Salgado Brito, Maricela Sánchez Cortés, Rodolfo Becerril Straffon y David Jiménez González. El juego de la sucesión en la dirigencia, sin embargo, podría alterar la correlación de fuerzas (que hoy favorece ampliamente a Maricela Sánchez), y hasta incorporar a nuevos aspirantes que hoy hacen boxeo de sombra.
Sólo se puede entender la aparente rapiña por los rastrojos dejados por la dirigente Maricela Sánchez y dos pésimas campañas electorales, por la posibilidad de influir o no en la decisión de quién habrá de ser el nuevo candidato del Revolucionario Institucional a la gubernatura, y en general a todos los cargos de elección popular en Morelos. Así, un grupo que desea que no cambie nada busca la imposición de Jorge Arturo García Rubí, quien trabajaría para una extraña alianza formada por Juan Salgado, Antonio Riva Palacio López, Rodolfo Becerril Straffon, Jorge Morales Barud, y otros exquisitos nombres de la antigua política morelense. Los conservadores querrían mantener las condiciones que favorecen a la elección de cuadros “distinguidos” para ocupar la candidatura al gobierno estatal que en este caso disputarían, nuevamente, Rodolfo Becerril y Juan Salgado Brito, con un tercero, David Jiménez González (en una película malísima que ya todos vimos hace apenas seis años). Francisco Moreno Merino le haría la chamba a los panistas buscando la ruptura interna del Revolucionario Institucional para colocar a un candidote (sí candidote) que fuera fácilmente derrotado, y colocando en el congreso a protopanistas disfrazados de tricolores. Y sólo Mario Luis Salgado Salgado y Manuel Martínez Garrigós, podrían establecer una esperanza de sangre nueva, de la que está bastante urgido el Revolucionario Institucional en Morelos.
* * *
Acuso de recibo el mail de Muriel Álvarez que me pregunta, dadas las relaciones peligrosas de los hermanos Carrizosa Valdés y Francisco Moreno Merino con el Partido Acción Nacional, si resultaría casual que la hija de uno de los maestros Carrizosa trabaje en el comité estatal del PAN. Francamente, Muriel, lo ignoro, pero en estos tiempos sobre todo metidos a la política como están algunos maestros que hace muchos años no se paran en las aulas, convendría tener todos los seguros posibles. Tal vez este sea el caso. No creo que debamos juzgar a las familias enteras por relaciones de filias políticas, Marcos Manuel Suárez es perredista y su hijo es funcionario del gobierno de Sergio Estrada Cajigal. Los Iragorri militan lo mismo en el PAN que en el PRI, Raúl militó en el PRD y fue diputado por el Verde Ecologista. De hecho, sería interesantísimo asistir a una comida familiar con cualquiera de estos apellidos. Por lo pronto, agradezco el comentario a Muriel y le aclaro que por supuesto es sospechosísimo el asunto de Moreno Merino y los fintadores del SNTE, y que a diferencia de quienes han sido congruentes políticos toda su vida (incluido Raúl Iragorri quien merece un capítulo aparte en cuanto a convicciones), hay familias que dan miedo por su amor al poder como fin, más que a los valores que el poder ayudaría a alcanzar…
lunes, mayo 23, 2005
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