Serpientes Y Escaleras
Eolo Pacheco
Dice Ikram Antaki en su Manual del ciudadano contemporáneo: “Vivimos cambios, pero los cambios no son forzosamente progresos. Es bueno saberse oponer a lo que cambia en mal; el cambio puede ser una decadencia”. ¿Qué se puede decir del cambio en Morelos?. Todo lo bueno que han hecho (que es mucho), se puede opacar si cosas como las que están saliendo sobre los hermanos Becerra se quedan, como siempre, en la impunidad. Una cosa mala (muy, muy mala), puede matar todo lo bueno que se haya hecho un gobierno. ¿Entenderá eso el PAN? ¿O la complicidad es mayor?.
Complicidades
Hoy vamos a cambiar de estilo. Vamos a contar tres historias diferentes que coinciden en un mismo punto.
1.- En Temoac vive una familia conformada por cinco miembros: la abuela, de alrededor de 75 años, que en rostro refleja el paso del tiempo y la carencia permanente de muchas cosas; la mamá, cuya edad se oculta tras la tristeza y las cicatrices de una tuberculosis que la tiene postrada en cama desde hace varios meses y que según algunas gentes que la conocen, no le da muchas esperanzas de salir adelante; hay también tres niños (la mayor de siete años) que de la vida no saben más que pobrezas y limitaciones, que se han acostumbrado a pasar hambre y a vivir de lo que otros les regalan; aún así son felices y ríen, sin saber que el destino les ha jugado una mala pasada y que muy pronto, antes de que dejen de ser niños, quedarán desamparados.
Esta familia vive en una de las muchas casas que apenas cuentan con lo indispensable para subsistir, carecen de los servicios básicos a los que otros nos hemos acostumbrado en las zonas urbanas y que damos por sentado que todos reciben. No tienen agua potable ni luz eléctrica, no poseen sanitarios y viven, según ellos mismos lo cuentan, de la caridad; comen lo que hay, cuando hay. Su esperanza de vida está muy por debajo de la que las cifras oficiales auguran en los discursos políticos y sus posibilidades de salir de la pobreza extrema son, aunque el slogan del cambio afirme lo contrario, lejanas.
En esta familia no hay padre, pues este murió hace algunos años en un accidente; desde entonces viven de la limosna y de lo que encuentran. Ellos formaban parte de los beneficiarios del programa de alimentación que a través de la Sedesol les hace llegar el gobierno federal. Por esa vía de cuando en cuando recibían una despensa con la condición de que acudieran, como los demás que están en ese paquete de beneficiarios, a pláticas de salud. La familia en cuestión perdió su derecho de recibir la ayuda porque dejaron de ir a las charlas. No pudieron hacerlo porque la mamá está enferma y no se puede levantar y porque las condiciones económicas de la familia no dan siquiera para que paguen el costo de una ruta que los traslade hacia el lugar. Ya no tienen más el apoyo alimenticio. Viven por obra y gracia de Dios.
2.- En Jiutepec, en el punto donde confluyen tres municipios del estado (Yautepec, Jiutepec y Tepoztlán), está ubicada una zona que habitan indígenas de la sierra de guerrero. Una de estas familias, integrada por el padre, la madre y cinco hijos (el mayor de once años), se encuentra como muchos del lugar, en los límites de la indigencia. Viven en una casa que muestra signos de un incendio ocurrido hace mucho tiempo y que ha sido parchada con bolsas de plástico y cartones; obvia decir que carecen de los servicios básicos de agua, luz, baños y todo aquello que en la modernidad se da por sentado existe en una vivienda.
El sostén de la familia es el papá, que trabaja según el mismo lo expresa, de “chalán” de lo que sea, cobrando lo que le dan y en las condiciones que le fijen. Comen, según lo relatan, sardinas, arroz o frijoles, cuando hay trabajo. Simplemente no comen, dicen, cuando no hay chamba. Igual que la familia de Temoac, los indígenas de Guerrero perdieron el apoyo alimenticio de la Sedesol porque tampoco acudieron a las pláticas que son requisito obligatorio para gozar de los beneficios. Ellos igual que muchos más que ven en ese minúsculo apoyo federal una esperanza de vida, han quedado fuera del padrón porque no tienen los recursos ni para transportarse a escuchar la charla oficial.
3.- Juan Carlos Becerra fue durante gran parte del sexenio panista el encargado del manejo de los recursos destinados al desarrollo municipal en las zonas más marginadas del estado. Por su oficina corrieron muchos millones de pesos que son la suma de recursos federales, estatales y municipales y que tienen como objetivo el fortalecimiento de la infraestructura en poblaciones de escasos recursos. A unos meses de su destitución se conoce que Becerra utilizó una cantidad considerable de los recursos dedicados a la pobreza extrema para su beneficio personal y para sufragar gastos que pueden tener una excusa legal, pero que nunca tendrán una justificación ética y moral. Mientras unos no tienen para comer, otros compran mansiones de 3.5 millones de pesos y presumen a los cuatro vientos que su nivel socioeconómico es superior al de la mayoría, cuando muchos saben que hace apenas unos años sus ingresos apenas les daban para vivir modestamente.
Con el dinero que el gobierno utiliza para combatir la pobreza extrema, el ex sub secretario de gobierno pagó viajes a todo lujo en Acapulco, comió en restaurantes de primer nivel y realizó compras excesivas en papelería, gasolina, equipo de cómputo y otros insumos. El usufructo del poder que le brindó el estado y la impunidad que le regaló ser consanguíneo de quien hasta hace unos meses fue el hombre más poderoso del gobierno, permitió al ahora investigado personaje hacer uso discrecional del dinero público y otorgar contratos millonarios (la segunda parte de esta historia) a constructoras amigas que siempre lograron hacerse del trabajo sin mediar licitación de por medio.
El contraste con las dos historias anteriores, que ocurren en lugares indigentes en los que muchos ni siquiera se atreven a caminar, esta última transcurrió en los pasillos del poder público y generó riqueza individual (para el funcionario y para sus amigos), a costa de mucha gente (como las primeras que mencionamos) que sigue marginada, al borde de la indigencia y con una expectativa de vida menor a la de la mayoría de la población.
Juan Carlos es el hermano menor de Eduardo. Estuvo protegido por el manto del hasta hace unos meses secretario de gobierno y poderoso hombre del gabinete; Juan Carlos caminó discreto en lo político, pero petulante en lo económico. La medianía de su existencia fue sustituida por una repentina riqueza que se reflejó en sus bienes materiales, en el folclor de su familia y en las francachelas que le hicieron famoso. El dinero que tiene, por lo que comienza a hacerse público, parece ser el resultado del manejo que hizo del dinero de los más desprotegidos.
Juan Carlos es un personaje cuya preparación profesional es apenas superior a la de quienes en las dos historias anteriores han sufrido la miseria en carne propia, pero a diferencia de ellos, el regordete ex funcionario contó con la fortuna de tener un hermano influyente que lo llevó de la mano por los pasillos del poder y le protegió de sus excesos. A Juan Carlos le gusta el dinero y eso fue siempre un secreto a voces; todos al interior del gobierno sabían de sus tratos con constructores y de la forma en que se beneficiaba del dinero destinado al combate de la pobreza extrema. Sólo los jefes desconocían de ello o cuando menos fingían no saber que en su nariz se desarrollaba una de las historias de corrupción más alarmantes del sexenio.
Hoy que todo comienza a salir a la luz pública el gobierno asegura que ya estaba enterado y que estaba por actuar. Certifican que se trata de un asunto que se esta investigando y que pronto habrá información al respecto. Que Juan Carlos y Jaime García, su segundo de abordo, fueron separadosdel cargo por esa razón y que en la administración panista de Morelos no hay impunidad. Todo es parte de un discurso bonito que se repite cada vez con más frecuencia, porque cada vez son más seguidos los asuntos que desde dentro huelen a corrupción, a tráfico de influencia, a abuso de poder y a podredumbre.
Hay que darle tiempo al tiempo. Hay que ver sí de veras la rectitud de la administración estatal no se detiene ante nadie, trátese de quien se trate. Hablamos de un sujeto que navegó con bandera de Becerra, que por mucho tiempo se ocultó bajo la sombra de su hermano (despedido del gabinete por su aparente relación con narcotraficantes) y que hizo del dinero de los pobres un botín personal que le sirvió para elevar sustancialmente su nivel de vida, para adquirir casas y autos de lujo, que le ofreció la oportunidad de proyectarse a un nivel socioeconómico que nunca soñó y a pensar, incluso, que podía aspirar a una diputación por el partido que le brinda protección: el PAN.
Será el tiempo el que juzgue a cada quien por sus actos. El tiempo, porque difícilmente las autoridades actuales van a llegar a fondo; hay muchos intereses de por medio y muchos compromisos entre políticos. Será el juicio público sobre funcionarios de esa calaña, porque el PAN, sus autoridades y sus precandidatos nada dicen porque saben que hay complicidades implícitas en lo que sucedió; la corrupción está en el que da, en el que recibe y en quien permite que eso suceda. Muchos en el gobierno se llaman sorprendidos, aunque todos sabían desde hace años que lo que hacían los Becerra.
La política morelense está desprestigiada. Quienes la integran se mueven por intereses, por conveniencias personales y por acuerdos de partido. El PAN no ha demostrado ser muy diferente de lo que eran otros, en todo caso han sido más cínicos. ¿A este Becerra, igual que al otro o a Montiel también le va a proteger Oscar Sergio Hernández en su calidad de “hado madrino” de los bandoleros del cambio?. Seguramente sí.
Robar ya es malo. Pero robarle a quienes menos tienen, aunque se haga al amparo de la ley, no tiene madre.
posdata
Nos queda claro que publicar la información sobre el hermanito Becerra puede traer repercusiones. Que la molestia de los afectados es infinita y las ansias de venganza han sido expresadas por diferentes vías y en diferentes tonos. La cosa es que no se trata de un asunto personal o mágico, que sale del estómago de un periodista o de la chistera de un mago, sino de la expresión informativa documentada, producto de una investigación profesional y resguardada bajo los preceptos constitucionales que muchos funcionarios dicen conocer, pero al que pocos o ninguno hacen caso. Si tomamos en cuenta la falta de precisión en algunos puntos (originado de una pasión periodística inevitable) y el señorial respeto que se le debe a la figura oficial y el que exige el poder tras el trono, entendemos la reacción. Ofrezco que en mi caso trataré de ser más preciso la próxima vez que me venga un arrebato biliar, pero aseguro que nunca dejaremos de publicar este tipo de cosas, aunque peguen de gritos y profieran todo tipo de expresiones. La cosa es simple: existe y es real, entonces se publica; no más, pero tampoco menos. Por lo demás, a quien corresponda, no mamenaces.
nota
Aunque aparentemente las cuentas de la subsecretaría de planeación encajan en un formato administrativo y por ello se ajustan a lo legal, la justificación ética y moral no existe para semejante derroche. ¿Es lógico que el gobierno pague mil 750 pesos por 150 discos compactos cuando en Sams una caja de 50 tiene un valor aproximado de 134 pesos? ¿Hay o no hay negocio en ese tipo de tratos?. ¿Ese es el cambio que promete el PAN?. ¿Qué dirían los panistas a quienes en unos meses les van a pedir el voto y la confianza?. Por cierto, en la investigación que sigue el gobierno habría que revisar a los proveedores, que son también parte de la trama. Para que la corrupción exista, se necesitan dos partes. Todo indica que el dinero para los pobres es el más fácil de robar.
post it
Los Becerra siguen siendo una carga para el estado. Los únicos que insisten en no darse cuenta son los panistas y los gobernantes (aunque al parecer el gobernador ya se convenció del ilícito y dejó que el asunto proceda). Alrededor de los Becerra hay otros personajes que están involucrados. Ahí está Paco Moreno y sus aspiraciones priístas (es un decir) y Jaime Álvarez, socio y amigo del clan Becerra. ¿Esos son los aliados que quiere Marco Adame en su campaña?. Porque cuando menos uno de ellos (jaimico) es el brazo derecho de Javier López, operador principal de Adame Castillo en el PAN. ¿Ese es el cambio que ofrece Adame? ¿Con esa gente va a gobernar?.
miércoles, junio 01, 2005
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario