jueves, junio 16, 2005

Repaso
Agustín y Marisela: relaciones perversas


Carlos Gallardo Sánchez
Los rencores acumulados entre el alcalde de Yautepec y la presidenta del PRI Morelos, mucho tienen qué ver con la crisis en la que está sumido ese municipio.

Cualquier encono interpersonal no surge por generación espontánea. Tiene su origen, sobre todo en el ámbito político, en las cuentas pendientes que se acumulan a lo largo del tiempo que los individuos tengan de conocerse. Hay odios que nacen y se mantienen. Hay otros que antes fueron amor apasionado o que tomaron forma después de que las diferencias, los desencuentros o las traiciones convierten una relación en pantano.
Esto último aconteció entre Marisela Sánchez Cortés, dirigente estatal del PRI, y Agustín Alonso Mendoza, alcalde de Yautepec, cuyo distanciamiento ha rebasado la esfera particular, para afectar la dinámica cotidiana de ese municipio. A ese escenario deplorable, en tanto demuestra una miope interpretación de la tarea política, se suman otros actores con similar pequeñez moral.
Porque, debemos decirlo, el conflicto de Yautepec, que ayer alcanzó un nivel de riesgo lamentable, no es en sí mismo un problema de partidos, PRI y PRD, como pretenden hacerlo creer algunos. Para nosotros se trata de las turbias maniobras de grupos y personajes específicos, en donde la militancia es lo último que les importa, sino sus enquistadas ambiciones de poder o enfermizos afanes de revancha. Y allí caben priístas resentidos, ex priístas que esperaban acomodo en la nómina, perredistas distanciados con el alcalde e incluso panistas taimados.
Después de esta digresión, volvamos a nuestros personajes. Ocurre que cuando Marisela Sánchez contendía por la presidencia del PRI en Morelos, encontró en Agustín Alonso a un entusiasta simpatizante. El hombre del poblado de San Carlos, identificado por su desprendimiento en tiempo, esfuerzo y recursos cuando se trata de esos menesteres, esperaba alguna correspondencia por parte de la valquiria de Axochiapan, luego de derrotar en las urnas a Víctor Manuel Saucedo Perdomo. Nada de lo que esperaba obtuvo Agustín Alonso.
Un primer rompimiento sucedió cuando el actual alcalde perredista manifestó a Marisela su pretensión de convertirse en presidente del comité municipal del PRI en Yautepec. No lo consiguió, porque Sánchez Cortés favoreció para ese cargo partidista a René Delgado, quien por cierto más tarde se rebeló contra la controvertida dirigente y ésta, mandona e intransigente, simple y sencillamente la intentó destituir poniendo en su lugar a Rufina Villanueva.
El segundo y definitivo rompimiento tuvo lugar cuando, nuevamente, Alonso Mendoza le planteó a Sánchez Cortés su pretensión de contender, amparado en las siglas priístas, por la presidencia municipal de Yautepec. Nuevamente sufrió un revés, pues el ungido resultó ser Delfino Toledano Alfaro, ex dirigente de la CNC estatal, debido a que la mujer de Axochiapan tenía que cumplir compromisos con Antonio Riva Palacio López, impulsor de Toledano Alfaro para ese puesto.
Era lo que faltaba para que Alonso Mendoza no sólo se distanciara de Marisela Sánchez. También, en cuanta oportunidad tenía, se refería a ella de la peor manera. Fue en ese contexto en que se dio la coyuntura de su acercamiento con el entonces presidente del PRD, Graco Ramírez Garrido Abreu, quien le ofreció la candidatura que tanto esperaba, pero ahora al amparo de la siglas del Partido del Sol Azteca.
El triunfo de Agustín Alonso, como se sabe, fue contundente, lo que le permitió, quizá sin reflexionarlo, ufanarse de que sus antiguos correligionarios, pero particularmente Sánchez Cortés, le hicieron los mandados.
Herida en su abultada egolatría, dolida por la derrota en ese municipio y resentida por la autosuficiencia de Agustín Alonso, no quede la menor duda que enlos conflictos que han puesto en crisis a Yautepec, mucho tenga que ver, por lo que corresponde a Marisela Sánchez Cortés, esa “afrenta” de su anterior simpatizante.

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