martes, junio 14, 2005

Quórum

Julian Vences en la tele....imagen de hueva

Daniel Martínez Castellanos

Apoltronado en la que parece ser una comodísima silla ejecutiva, el presidente de la mesa directiva del Congreso del Estado de Morelos dice en pocas palabras que los diputados no son huevones y que básicamente lo que existe es una enorme ignorancia sobre el proceso legislativo, y a lo mejor una atención extraordinaria a todos los asuntos públicos de Morelos. Si escuchamos su discurso por la radio, entenderemos que Julián Vences Camacho habla de la enorme tarea legislativa y entre líneas reconoce cierto desorden en las filas del Legislativo debido a que los legisladores son ajonjolíes de todos los moles. Si lo leemos, ya traducido por algún escribiente reporteril, entenderemos casi lo mismo, y añadirán algunos en tono sardónico que el legislador habló de la “listota” de iniciativas que han sido aprobadas luego de remitidas al Congreso por el gobernador.
El problema es que lo vimos por televisión, entonces el mensaje emitido (seguramente sin intención) por Vences Camacho cambia totalmente el sentido dada la gramática propia del medio. Derribado en su silla Vences recibe una toma de picada que lo hace ver empequeñecido, lo que necesariamente influye en la fuerza y significado del discurso. La posición de “desparramamiento” que padece el diputado perredista, por supuesto que está plagada de significados que van desde el inocentemente mamón “me valen madres”, hasta el tristemente impactante “me da mucha hueva esta vida”, en ambos casos la imagen supera con mucho al discurso pronunciado en tono ciertamente poco docto.
Julián padece enormemente frente a las cámaras de televisión, los reporteros de este medio hace mucho dejaron de ser asesores de imagen de bolsillo, y lejos de pensar en el efecto visual de sus palabras, Vences Camacho actúa como lo hace siempre, como si se tratara de ser naturales ante la cámara. No existe naturalidad posible frente a la televisión, es una intrusa, una escrutadora implacable, una tirana terrible.
Por supuesto que la formación de Julián en los medios impresos, y en el trabajo parlamentario y partidista, hacen que ofrezca bastante poca importancia a sus apariciones frente a las cámaras. Es probable que la idea de Vences Camacho cambie cuando se entere de que la tiranía de la televisión se vuelve relevante porque basados en ella toman decisiones hasta el ochenta por ciento de los electores.
Las imágenes de marras, por cierto, fueron airadas por el Canal 3 del Congreso del Estado de Morelos. Si no se puede uno ver bien ni en su propia televisora algo terrible está ocurriendo.
Claro que probablemente para muchos este asunto tenga poco de relevante frente a la liberación de Raúl Salinas de Gortari, los narcohomicidios en todo el país, las broncas de las Chivas de Guadalajara, el juicio de Michael Jackson, o hasta los desencuentros declarativos entre el gobernador Sergio Estrada Cajigal y quien aspira a sucederlo por su mismo partido, Marco Adame Castillo. No se trata, sin embargo, de morrallita. La política, en gran medida, es un dispositivo simbólico y en tal sentido, su ejercicio se percibe más coo una sucesión de imágenes (reales o mentales), producidas (y en tal sentido controladas), por el emisor o sus adversarios. En este sentido básico, los políticos debieran aprender a comunicar (a construir símbolos comunicantes) de forma congruente. Los mensajes absurdos, incongruentes, ruidosos, confusos, son inmediatamente rechazados por el auditorio que no les da la oportunidad siquiera de la escucha.
El gobernador, con toda su carga negativa, pronunció las acusaciones contra el Congreso de pie, frente a las cámaras, y hasta viéndose bonito, pues (peinado y toda la cosa); Julián Vences responde con datos muy elementales, medio deshilvanados, pero apoltronado en una silla, dando una imagen de hueva terrible y reforzando, sin querer, el mensaje inicial del gobernador. Simbólicamente el round lo gana Sergio Estrada Cajigal sin que los diputados hayan metido siquiera las manos, al contrario, ellos mismos colaboraron golpeándose en la boca.

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